Una biografía de supervivencia
Esta situación inesperada hace recordar que la vida Simone ha estado marcada por los contrastes.
Durante su infancia sufrió las consecuencias de tener una madre alcohólica. Afortunadamente, fue adoptada y criada por sus abuelos.
A los ocho años de edad, conoció a Aimee Boorman, la entrenadora que la catapultó a la élite del deporte mundial, quien cuidaba del bienestar físico y mental de la gimnasta.
Con su mentoría, Simone, a los 16 años de edad, se convirtió en campeona del mundo en 2013.
“Ya no confío tanto en mí misma”, dijo Simone Biles, durante el anuncio donde informó su retiro de la competencia por equipos en gimnasia y del all-around individual de los Juegos Olímpicos en Tokio 2020.
Así, logró sorprender al mundo nuevamente, pero esta vez no fue por su técnica. Ella consideró que su salud mental está por encima de alcanzar la gloria olímpica.
Las declaraciones de la joven de 24 años de edad, considerada una de las mejores gimnastas en la historia, nos devuelven a la realidad de que las superestrellas del deporte no son seres programados solamente para ganar.
Simone Biles se mantendrá bajo evaluación para establecer si participará en las finales por aparato de la semana próxima.
Simone Biles, la salud mental es más importante
La cabeza de cabra bordada con lentejuelas en su uniforme de competencia, que hace alusión a GOAT (Greatest Of All Time), desde ahora no solamente simbolizará su excepcional talento atlético, sino también la virtud de aceptar sus fallas.
“Desde que entro al tapete, estoy sola, luchando contra los demonios en mi cabeza. Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi bienestar”.
Biles advirtió la necesidad de que los seres humanos no solamente cuiden el cuerpo, sino también la mente, para no limitarse a cumplir con las expectativas de terceras personas.
Agregó que no le hubiera gustado que su equipo tuviera un bajo desempeño por sus errores.
La falta de público, un factor
Debido a la pandemia, los atletas enfrentaron dos retos: la depresión por esperar un año más para poder competir y enfrentarse a la falta de público.
“Realmente fueron unos Juegos Olímpicos estresantes. Creo que, en general, no tener una audiencia tiene muchas variables diferentes que entran en juego. Ha sido una semana larga, un largo proceso olímpico. Creo que estamos demasiado estresados. Deberíamos estar aquí divirtiéndonos”, dijo la gimnasta.
Biles, quien en las Olimpiadas de Río, en 2016, ganó cuatro preseas de oro, terminó su participación en Tokio con una rutina de salto, en la que consiguió una calificación de 13.766, la más baja del equipo femenil de Estados Unidos.
Luego, en la prueba de barras asimétricas, fue sustituida por Jordan Chiles, compañera de la selección.
“Estoy orgullosa de cómo las chicas dieron un paso adelante e hicieron lo que tenían que hacer”, dijo.
Ella era candidata a mantenerse en la primacía del all-around individual, prueba programada para este jueves.
No obstante, ya no podrá refrendar su medalla de oro ganada en los pasados Juegos Olímpicos.
Una biografía de supervivencia
Esta situación inesperada hace recordar que la vida Simone ha estado marcada por los contrastes.
Durante su infancia sufrió las consecuencias de tener una madre alcohólica. Afortunadamente, fue adoptada y criada por sus abuelos.
A los ocho años de edad, conoció a Aimee Boorman, la entrenadora que la catapultó a la élite del deporte mundial, quien cuidaba del bienestar físico y mental de la gimnasta.
Con su mentoría, Simone, a los 16 años de edad, se convirtió en campeona del mundo en 2013.
No obstante, en la misma etapa en que comenzaron los grandes triunfos deportivos, Simone padeció agresiones sexuales de Larry Nassar, exmédico del equipo femenino estadounidense de gimnasia.
En enero de 2018, Biles confesó públicamente haber sido una de las 200 víctimas de aquel hombre, actualmente en prisión a causa de sus delitos.
Desde entonces, además de ser referencia mundial por su talento deportivo, también lo es por haber encabezado los reclamos hacia las autoridades deportivas estadounidenses, a las cuales tachó de demasiado pasivas en la búsqueda de la justicia.
Este año también ha sido de contrastes para Simone. Por un lado, ha decidido dejar pasar la oportunidad de subir a lo más alto del podio y, por otro lado, el más importante de todos, ha dejado en claro al mundo que no es una máquina, sino un ser humano sensible. (Con información de EFE)